Ansiedad

1. Introducción
2. ¿Es una enfermedad de nuestros días?
3. ¿Existe un nivel normal de Ansiedad?
4. ¿Cómo se manifiesta?
5. Crisis de Pánico
6. Trastornos de Ansiedad
7. Tratamiento

 


1.  Ansiedad es una palabra que se emplea con frecuencia y que todo el mundo sabe lo que significa.  La ansiedad puede ser una reacción normal ante distintas situaciones de la vida, puede ser una emoción desencadenada por una enfermedad o puede ser una enfermedad en sí misma. ¿Qué es exactamente la ansiedad?

Para entender lo que es la ansiedad tendríamos que hablar primero de otra emoción, que está íntimamente relacionada con ella, que es el miedo.  Todos sabemos lo que es el miedo.  Es una sensación acompañada de una serie de reacciones físicas que aparecen, no sólo en el hombre sino en cualquier animal, ante una situación de peligro.  Efectivamente si nos vemos atrapados en un incendio o atacados por un animal salvaje (cosa poco probable en las ciudades occidentales), notaremos inmediatamente una sensación desagradable que nos obliga sin remedio a salir huyendo o tal vez a luchar.  Para ello nuestro cuerpo toma las medidas oportunas, el corazón late fuerte y deprisa, la respiración también se acelera para tener bien oxigenados nuestros músculos.  Los vasos sanguíneos se contraen en la piel (con lo que nos ponemos pálidos) y se dilatan en los músculos, que vamos a necesitar para huir o luchar.  Estas y otras reacciones se producen sin que podamos evitarlas y juntas conforman lo que podemos definir como un cuadro de miedo.  Todas estas reacciones aparecen mediadas por una hormona que tal vez por eso es bastante conocida por la gente, la adrenalina.  Evidentemente una buena descarga de adrenalina a tiempo puede sernos muy útil.  Nos dará una fuerza redoblada para huir del incendio a una velocidad insospechada o para enfrentarnos al animal que nos ataca.

¿Qué tiene que ver todo esto con la ansiedad?  Pues bien la ansiedad es el miedo a una situación del futuro o en general a una situación imaginada, real o no. En realidad miedo y ansiedad son conceptos a veces difíciles de distinguir, lo que pasa es que una sensación de miedo suele ser pasajera y en cambio una sensación de ansiedad puede ser prolongada en el tiempo.


2. ¿Es realmente la enfermedad de nuestros días?

La verdad es que la vida en nuestra sociedad occidental aunque no está expuesta al ataque de animales salvajes tampoco esta exenta de peligros y tal vez este excepcional sistema de la adrenalina, que tan eficaz debió ser para defender al hombre de innumerables peligros, no esté muy bien diseñado para resistir la lucha, quizá menos accidentada, pero a la vez más continua y prolongada, de la selva de asfalto que representa cualquier moderna ciudad.

Tampoco hay que exagerar de todas formas los perjuicios de la civilización. Tampoco debería ser muy plácida la vida en épocas pasadas sujeta a continuas guerras, «pestes» que diezmaban la población de un país, sequías, mortalidades infantiles altísimas, fallecimientos por cualquier infección un poco seria en personas por otro lado jóvenes y sanas, y en definitiva una esperanza de vida de unos treinta años.  No es un cuadro demasiado halagüeño y posiblemente sean preferibles  las prisas de nuestra vida actual.


3. ¿Existe un nivel normal de ansiedad? 

Efectivamente ya hemos explicado como el miedo o la ansiedad pueden aparecer por un estímulo, bien real y presente, o imaginado, o futuro, y como es normal, y hasta bueno, que aparezca en determinadas ocasiones.  Todos hemos comprobado como ante un examen, o al tener que hablar en público, o hacer una entrevista para un nuevo empleo, «los nervios» nos hacen estar más brillantes, recordar cosas que creíamos olvidadas, ser especialmente locuaces o hasta simpáticos.  Todos nos hemos quedado sorprendidos agradablemente, en alguna situación largamente temida, de cómo hemos resuelto la papeleta.  La ansiedad no sólo sir-ve para enfrentarse a un león salvaje o para correr en un incendio.  Tiene utilidades más prácticas y reales que éstas.  Sin embargo todavía más frecuentemente ocurre por desgracia lo contrario, la ansiedad nos invade, es tan intensa que nuestros latidos del corazón no nos dejan concentrarnos en el examen, la voz apenas nos sale al dar la conferencia, pues la boca se nos ha secado por completo, la memoria apenas responde y todo lo estudiado se ha quedado «en blanco». ¿Qué ha pasado?  Cuando la ansiedad es demasiado intensa ejerce un efecto negativo sobre la eficacia y puede llegar a bloquearnos.  Estos hechos se han estudiado por psicólogos y se ha comprobado que efectivamente es así: un nivel discreto de ansiedad aumenta progresivamente la eficacia hasta un punto concreto en que la eficacia baja rápidamente hasta «bloquear» totalmente al individuo.

Todo esto son variantes de la normalidad y ninguna de estas situaciones refleja por sí sola ningún significado patológico.


4. ¿De qué formas se manifiesta la ansiedad como enfermedad? 

Hay tres formas clínicas que hoy en día se clasifican en el capítulo de los trastornos de ansiedad: la crisis de pánico, las fobias y la ansiedad generalizada.


5.  Eso de las crisis de pánico suena como algo muy terrible ¿qué son las crisis de pánico?

Las crisis de pánico son unas crisis de ansiedad muy importantes que a menudo no están desencadenadas por ninguna causa concreta y en las que el enfermo cree morir o enloquecer de forma inminente.  Las manifestaciones de la ansiedad adquieren aquí su máxima expresión, los fuertes latidos del corazón se convierten en palpitaciones muy molestas, la respiración acelerada en una dificultad respiratoria en forma de grandes suspiros, el enfermo se halla pálido y sudado, puede tener trastornos digestivos, dolor de cabeza y  mareos intensos.  Todo ello acompañado de esta sensación de muerte que les hace vivir unos momentos auténticamente terribles.  Lo cierto es que a pesar de lo aparatoso de la situación nunca ocurre nada grave, ni mucho menos lo que tanto teme el enfermo, ni la muerte, ni la locura, y la crisis cede en unos minutos o máximo en pocas horas.  Lo malo de estos cuadros es que tienden a recurrir conformando entonces el cuadro clásico de crisis de pánico que se entiende hoy como una entidad bien definida con un tratamiento muy concreto.


6. ¿Las fobias son un trastorno producido por la ansiedad? 

La fobia es un miedo injustificado pero a la vez irreductible por la razón.  El que tiene fobia a viajar en avión, por ejemplo puede saber perfectamente que el coche es mucho más peligroso, pero no conseguiremos nunca evitarle el miedo con estadísticas que demuestren lo seguros que son los aviones.  Tampoco conseguiremos tranquilizar a un claustrofóbico convenciéndole de lo absurdo que pueda ser tener miedo a subir en un ascensor.  Insistirle a un fóbico sobre lo absurdo de su miedo no hará más que aumentar su ansiedad o como mínimo hacerle sentir que se le trata como si fuera tonto.  Nadie ignora que los ascensores no son demasiado peligrosos o que asomarse a un balcón no quiere decir caerse por él, pero si se desarrolla una fobia a las alturas, el saber lo seguro de los balcones no ayuda en nada a la hora de asomarse.

Las fobias pueden ser muy concretas y localizadas y no progresar a otras fobias.  Es el caso de las llamadas fobias simples que pueden no tener importancia si no alteran la vida normal del enfermo.  Por ejemplo alguien que sólo tenga fobia a las arañas podrá llevar una vida tranquila y normal en una gran ciudad donde puede pasar la mayor parte de su vida sin ver una sola araña, pero puede ser continuamente torturado por su fobia si resulta que es un campesino.

Otro cuadro clínico más grave y complejo es el de la agarofobia.  Textualmente agarofobia quiere decir miedo a los espacios abiertos, pero en realidad la enfermedad es un cuadro clínico más complejo.  La agarofobia puede ser un paso más en la evolución de las crisis de pánico.  El enfermo puede temer padecer una de estas crisis en momentos en que no pueda ser atendido o en los que se vea especialmente desvalido, en lugares públicos, como el cine o el teatro, en lugares cerrados como el metro o el autobús, o en lugares abiertos como la calle.  En cualquier caso el miedo a perder el control o el conocimiento hacen que la persona tenga miedo cada vez a más circunstancias, desarrollando lo que se llama una conducta de evitación, muy propia de las fobias, que le lleva a evitar cada vez más situaciones, acabando muchas veces por no salir nunca sola a la calle o incluso no salir de casa para nada, lo que además puede alargarse hasta durante años.  Otras veces el enfermo no es tan consciente del miedo a salir a la calle pero lo vive y lo explica como un marco que curiosamente se aparece siempre que sale a la calle y que a menudo no es vivido como un problema psíquico sino como un vértigo producido por una enfermedad orgánica.  Si el paciente logra pasear por la calle, a menudo refiere que sólo desaparece o mejora el «mareo» si va pegada a la pared o acompañada por alguien.  Todas estas explicaciones indican casi siempre la presencia de un cuadro de agarofobia.  Un tratamiento adecuado puede cortar estos círculos viciosos y con más facilidad cuanto más precozmente se haga.

Muchas personas tienen un nerviosismo continuo, un perpetuo estado de angustia vital o de estrés y sin embargo no tienen crisis de pánico tal como las descritas, ni tampoco fobias. Son personas que normalmente no tienen inconveniente en aceptar que son "sufridores". Lo explicaba muy bien un famoso escritor catalán, Sergi Pàmies en una contraportada reciente de la Vanguardia (Noviembre de 2000) al definirse el mismo como pesimista y temeroso de que siempre va a ocurrir "lo peor". Cuando este pesimismo es exagerado y se acompaña de síntomas que deterioran la calidad de vida del paciente se habla de  trastorno por ansiedad generalizada ¿En qué consiste exactamente?

Existe realmente otro tipo de trastorno muy frecuente en que la ansiedad no se presenta en forma de crisis recortadas, ni en relación con situaciones o miedos concretos, sino de una forma más solapada pero a la vez más continua.  Son personas que sufren de palpitaciones, cefaleas tensionales, insomnio de primera hora (les cuesta conciliar el sueño), dolores opresivos en la zona del corazón, trastornos gastrointestinales como diarreas o malas digestiones, pero todo ello, no de la forma brusca y dramática de la crisis de pánico, sino de una forma más crónica.  La propia ansiedad, y el tipo de molestias físicas que presentan, hacen de estos pacientes una presa fácil de miedos hipocondríacos por los que suelen consultar al médico de cabecera.


7. ¿Qué tratamiento tienen estas enfermedades? 

Todos estos cuadros tienen un tratamiento específico y eficaz.  Es importante que este tratamiento se inicie lo más precozmente posible.  Dependiendo del tipo de cuadro clínico y de cada paciente concreto podemos optar por una u otra opción terapéutica.

No vamos a entretenernos aquí explicando cuáles son los tratamientos concretos de cada uno de los cuadros clínicos de ansiedad, pues esta información compete más al médico que al paciente que es a quien va dirigida esta guía, pero sí podemos mencionar algunos rasgos de los esquemas terapéuticos.

Para los cuadros de ansiedad generalizada, y todavía más si cursan con miedos hipocondríacos, es muy importante la actuación del médico de cabecera. Unas cuantas conversaciones en la intimidad de la consulta del médico de cabecera pueden hacer más por un paciente con un problema de ansiedad, que los más modernos medicamentos.  A menudo es posible identificar factores de estrés que el propio paciente ignoraba y mediante pequeños cambios en el ritmo de vida se solucionan cuadros que, dejados a su evolución, podrían haberse estructurado en problemas más complejos y serios.  Recientemente se han introducido modelos de psicoterapias breves efectuadas por médicos de atención primaria que pueden resultar efectivas en muchos pacientes, especialmente en los que padecen ansiedad. Otras veces puede ser muy útil el empleo de una medicación concreta, (normalmente en una primera elección se utilizarán los antidepresivos más comúnmente utilizados hoy en día, los inhibidores de la recaptación de la serotonina y en casos concretos otros fármacos) o de una psicoterapia más profunda y especializada.  Lo importante es que se consulte al médico ante cualquier cuadro de este tipo, pues hoy día se dispone de métodos adecuados de tratamiento y solución de estos problemas que son mucho más eficaces cuanto más precozmente se utilicen.

Bibliografia

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