La angina de pecho y el infarto

1.

Introducción

2.

¿Porqué se producen?

3.

Síntomas

4.

¿Quién tiene más posibilidades de presentar con el tiempo una enfermedad coronaria?

5.

Diagnóstico

6.

Tratamiento I (medicamentos)

7.

Tratamiento II (quirúrgico)

8.

Vivir después del infarto

1.  Parece que es uno de los azotes de nuestro siglo, una de las causas de muerte más frecuentes es precisamente el infarto de miocardio y en general las enfermedades coronarias. Además es una enfermedad que produce una importante mortalidad entre gente que está en la mejor edad de su vida, en la plenitud de su madurez.  Son conocidas dos formas clínicas, o dos expresiones, de esta enfermedad de las coronarias, la angina de pecho y el infarto de miocardio, ¿en qué consiste cada uno de estos cuadros?

La enfermedad coronaria consiste en una deficiencia en el riego sanguíneo de las paredes del propio corazón. El corazón, como todos los órganos del cuerpo humano, necesita una irrigación sanguínea que le lleve el oxígeno y los nutrientes imprescindibles para poder seguir ejerciendo su imparable labor de continuo bombeo. Las arterias que llevan la sangre al músculo cardíaco se llaman coronarias y se han hecho famosas entre la población precisamente porque su deterioro da lugar a una de las enfermedades que causa mayor mortalidad en los países desarrollados: la cardiopatía isquémica.

Efectivamente las dos formas clínicas más frecuentes por las que se manifiesta esta enfermedad de las coronarias son la angina de pecho y el infarto. Cuando la sangre no puede circular correctamente por una de estas arterias coronarias porque su trayecto se halle estrechado, estenosado, la parte del corazón que no recibe el oxígeno adecuado para seguir funcionando protesta, duele. A este dolor se le denomina angina de pecho. Si la estenosis, la estrechez de esta arteria es suficientemente intensa y prolongada se produce la muerte celular de esa parte del corazón, ocurriendo lo que se conoce como infarto de miocardio. (El miocardio es el nombre que recibe el músculo cardíaco.)    


2¿Porqué se producen estas estenosis de las arterias coronarias?

En el fondo de la enfermedad coronaria está otra enfermedad también conocida por todos, la arteriosclerosis. Esta enfermedad de las arterias del organismo da lugar a la aparición de unas llamadas placas de ateroma que se depositan y crecen en las paredes internas de las arterias cerrando poco a poco su luz e impidiendo el normal flujo sanguíneo a su nivel. En las arterias coronarias la arteriosclerosis produce esta enfermedad que estamos comentado. Además de la estrechez provocada por el crecimiento de estas placas, otro factor puede ser determinante de una disminución del flujo arterial  es el espasmo, la contracción de la musculatura que circunda estas arterias.    


3.    ¿Qué síntomas ocasiona o cómo saber si un dolor en la zona del corazón está producido o no por una angina de pecho o un infarto?

Esa es una de las pocas preguntas cuya respuesta es mejor no divulgar. El diagnóstico de estas dos enfermedades se basa en muchas ocasiones en las características del dolor que el enfermo relata al médico. No es raro que la auscultación, el electrocardiograma y los análisis de sangre sean estrictamente normales en un caso de angina de pecho.  Entonces la única arma que le queda al médico para hacer el diagnóstico es el relato de los síntomas por parte del enfermo. Divulgar las características de estos síntomas no va a hacer más que dificultar la objetividad de los enfermos que hubiesen leído este texto si tuviesen que relatar un dolor en el pecho.    


4.     ¿Existen formas de saber quién tiene más posibilidades de presentar con el tiempo una enfermedad coronaría?

Existen los llamados factores de riesgo. Son modos de vida, o alteraciones en análisis de sangre o en otras exploraciones que permiten predecir qué personas tienen un riesgo más elevado de padecer la enfermedad arteriosclerosa en general, y la enfermedad coronaria en particular. Estos factores son independientes entre sí, es decir, que cada uno por sí solo es capaz de aumentar el riesgo y sumarse al riesgo producido por los demás factores.  

Algunos factores de riesgo no se pueden modificar, por ejemplo el sexo, puesto que los varones tienen un riesgo mayor de padecer esta enfermedad. Tampoco pueden mortificarse la edad o los antecedentes familiares de enfermedad coronaria que aumentan el riesgo también. Otros factores en cambio sí se pueden modificar y esos son los que interesan a la medicina preventiva. Son el colesterol, la hipertensión arteria¡, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo y el estrés.    

En la población española un estudio del 2007 determinó que los factores de riesgo más importantes en nuestro país para los varones eran: el sobrepeso, al que podían atribuirse el 42,5 % de las enfermedades coronarias, el tabaquismo al que se le podían atribuir un 33,9% y más lejos el exceso del colesterol con un 19% y la hipertensión con un 15%.En las mujeres, el 36,5% de los casos de cardiopatía isquémica se atribuyeron al sobrepeso, el 24,8%  a la diabetes y el 20,1%, a la hipercolesterolemia.

 


5.    Según parece el diagnóstico de esta enfermedad se hace, sobre todo, por el tipo de síntomas que explica el enfermo, sin embargo existen multitud de complicadas pruebas que persiguen este mismo fin ¿cómo se hace en definitiva el diagnóstico de una angina de pecho o un infarto?

Ya hemos comentado cómo lo que más nos va a orientar va a ser el relato de los síntomas por el propio enfermo. Un relato típico unido a unos factores de riesgo en la historia clínica van a ser un índice de sospecha de tal magnitud que a menudo bastan para ingresar a un pacientes en una Unidad Coronaria.  

El electrocardiograma puede ser inequívoco, pero también puede ser totalmente normal. Puede ser normal en el 50 % de los casos de angina de pecho, aunque tiene más probabilidades de ser patológico si se hace en el momento del dolor.  Tiene mucho valor para hacer el diagnóstico cuando sale alterado.

Una prueba igualmente conocida para hacer el diagnóstico de una enfermedad coronaria es la famosa prueba de esfuerzo. Consiste en la realización de un electrocardiograma mientras el paciente corre por una cinta rodante hasta cansarse. Tampoco la prueba de esfuerzo es inequívoca al 100 %. Tiene falsos positivos y falsos negativos, pero sin duda es una gran ayuda en el diagnóstico de estos enfermos y además sirve para ver qué capacidad de esfuerzo tiene un enfermo coronarlo.

Existen otras pruebas más complejas y modernas como la gammagrafía isotópica que se realiza mediante isótopos radioactivos o la angiografía coronariaque permite visualizar las arterias coronarias mediante la inyección en su interior de un líquido de contraste mientras se filma una película en la que se ve el corazón por rayos X. Esta última prueba no está exenta de riesgos y además de un definitivo valor diagnóstico sirve  para valorar qué arterias son las dañadas en un enfermo ya diagnosticado por otros medios y ver si es conveniente intervenirle quirúrgicamente.    


6.   ¿Cuál es el tratamiento de estas enfermedades?

La medida más importante es que el paciente cambie los hábitos de su vida que le han llevado a la situación en que se encuentra. Dejar de fumar, disminuir las grasas animales de la dieta, controlar la hipertensión arterial e incluso tomarse la vida de otra manera desde el punto de vista psicológico son medidas imprescindibles para la buena evolución y el buen pronóstico de un enfermo coronario.

Naturalmente existen también medicamentos que mejoran la circulación de las coronarias, dilatando los vasos o bien disminuyendo la demanda de oxígeno por el corazón. Por supuesto esta medicación debe ser seguida por el enfermo rigurosamente y probablemente para toda su vida, con los cambios que el médico vaya indicando.    


7.    Existe también un tratamiento quirúrgico de la enfermedad coronaria ¿es que se pueden «desembozar» las arterias ocluidas o estrechadas?

     Efectivamente, en la década de los 70 se perfeccionaron unas técnicas quirúrgicas mediante las cuales se puede restablecer la circulación por las arterias coronarias de una forma digamos «mecánica». Son los llamados pontajes aortocoronarios o bypass aortocoronarios. Un segmento de una vena del muslo o de la arteria mamaría sirven de conexión entre la arteria aorta y la arteria coronaria más allá del lugar de la obstrucción.

Otra técnica más actual todavía (la primera se hizo en 1977) es la angioplastia transluminal. Mediante la misma se consigue dilatar la zona estenosada sin necesidad de intervenir quirúrgicamente. Se consigue mediante la colocación de un catéter con un pequeño balón en su punta que se lleva por control radiológico hasta la coronaria afectada.  Una vez colocado el balón en la zona estrechada por la enfermedad se hincha consiguiendo así devolver al vaso su diámetro normal. 

¿Por qué no se les hacen a todos los enfermos estos maravillosos tratamientos aparentemente tan definitivos?  Por varias razones. Primero porque tienen un cierto riesgo y segundo porque no son tan definitivos como parecen.  Las estenosis pueden reaparecer, los pontajes se pueden obstruir lo mismo que las arterias dilatadas por la angioplastia.  Numerosos estudios han evaluado qué enfermos pueden beneficiarse de un tratamiento de este tipo y, hoy por hoy, están indicados para calmar el dolor en enfermos que hayan alcanzado dosis máximas de medicación sin respuesta, y para mejorar la expectativa de vida en otros enfermos con un tipo de lesiones concretas seleccionados por la angiografía coronaria.   

 


8.     Da la sensación de que tener un infarto es estar al borde de la muerte, y vivir después del infarto es vivir con la angustia de que se repita, parece que tiene que ser una vida con una especie de espada de Damocles sobre la cabeza. Por otro lado tal como hemos comentado antes hay que cambiar los hábitos de vida. Es como si se hubiera de llevar una vida monástica y psicológicamente deprimente ¿realmente es así?

Para empezar hay que decir que más de la mitad de los enfermos que han sufrido un infarto sobreviven y que la mayoría de los que fallecen lo hacen durante las primeras horas.

El médico de cabecera y el cardiólogo tienen una importante misión a realizar en un enfermo que ha sido dado de alta de una unidad coronaria tras padecer un infarto de rniocardio, una misión tan importante como la de velar porque no se produzca un nuevo infarto, conseguir que el enfermo viva una vida lo más normal posible y lo más parecida a la que llevaba antes del infarto, excepto en lo que hace referencia a los factores de riesgo.

Muchos enfermos dejan de trabajar después de haber sufrido un infarto y eso les puede producir una sensación de invalidez que no está siempre justificada con algunas excepciones. El médico debe orientar al enfermo sobre cómo debe ir realizando caminatas progresivamente más intensas hasta conseguir un buen nivel de esfuerzo sin dolor. Puede realizarse una prueba de esfuerzo antes de ser dado de alta o una temporada después para tener más datos sobre el esfuerzo tolerado por un determinado enfermo. Normalmente en un par de meses debe lograrse una rehabilitación completa que permita hacer una vida normal.

En cuanto a la vuelta al trabajo, es posible en la mayoría de casos en que no haya complicaciones, siempre que el trabajo no sea muy angustioso para el enfermo o físicamente extenuante, o peligroso. Para algunas personas puede ser más angustioso vivir sin trabajar que el propio trabajo, y eso se debe valorar. 

Una preocupación constante de los enfermos coronarlos que no siempre se atreven a expresar a su médico por absurdos prejuicios todavía vigentes, es el miedo a las relaciones sexuales. Las relaciones sexuales representan un esfuerzo físico y emocional y realmente están contraindicadas en una fase inicial de la enfermedad. Sin embargo normalmente a las 3 o 4 semanas del infarto, cuando el enfermo ya camina normalmente por su casa y empieza a salir a la calle, si no hay complicaciones específicas se pueden mantener relaciones sexuales normales. Habitualmente unas relaciones sexuales con el cónyuge equivalen a un esfuerzo que eleve las pulsaciones a 120 por minuto, más o menos lo mismo que subir unos cuantos escalones. La ansiedad o a veces la medicación pueden producir problemas de impotencia que deben ser consultados también con el médico. 

En cuanto a cómo debe cuidarse el enfermo para reducir el riesgo de reinfarto, está demostrado que la medida más importante es dejar de fumar. El control de la diabetes, el colesterol o la tensión arterial son también fundamentales y pueden requerir de un tratamiento por parte del médico de cabecera.

Finalmente, existen asociaciones de enfermos coronarios que sirven de ayuda psicológica para superar ese temor y ansiedad que queda tras el infarto y para aprender a llevar una vida más sana con el fin de evitar un nuevo ataque.

 

Bibliografia

Cardiopatía isquémica (I).  Diagnóstico y tratamiento de la angina estable.  FMC 2003; 10 (supl 2)

 

Medrano MJ, Pastor-Barriuso R, Boix R, del Barrio JL, Damián J, Alvarez R, Marín A; investigadores del estudio ZACARIS. Riesgo coronario atribuible a los factores de riesgo cardiovascular en población española Rev Esp Cardiol. 2007;60(12):1250-6 Disponible en internet: http://www.revespcardiol.org/cgi-bin/wdbcgi.exe/cardio/mrevista_cardio.fulltext?pident=13113930(última consulta: 18/12/2008)